Bachata and Dominican Identity by Julie A. Sellers

Author:Julie A. Sellers
Language: eng
Format: epub
Publisher: McFarland
Published: 2014-09-16T16:00:00+00:00

“Música de cachivache”: Discriminación contra la bachata

La discriminación inicial contra la bachata surgió de la intersección del momento histórico de su origen y las raíces profundas entre la clase social y la raza. La bachata nació en el terreno cambiante tras el ajusticiamiento de Trujillo, un momento marcado para muchos por el pavor y la incertidumbre.9 Aunque el Trujillato había sido represivo y violento, el régimen había proporcionado la estructura base de la identidad y la existencia dominicanas por tres décadas, y muchos se aferraron a las señas establecidas de identidad como si fueran anclas. La bachata se presentó en un momento poco propicio para aceptar lo nuevo, y la discriminación original contra ella surgió en parte por esta incertidumbre. Las construcciones de raza en la República Dominicana también contribuyeron al rechazo original de la bachata por parte de las clases media y alta. Durante mucho tiempo, los dominicanos aceptaron una identidad hispana que resulta de prácticas y acontecimientos históricos. Como colonia, Santo Domingo sufrió por la migración cuando muchos se fueron a colonias más rentables, y las autoridades coloniales adoptaron una definición más amplia de la categoría blanca para abarcar a los mestizos dentro del grupo gobernante. Las dos invasiones haitianas del siglo XIX reforzaron la división entre negro y blanco. No obstante, la raza no es un concepto fijo en la República Dominicana, pues está enlazada inexorablemente a la clase social. Por lo tanto, se puede aclarar la raza con cada peldaño subido de la escalera social.10

La antigua división entre la ciudad y el campo también contribuyó a la discriminación contra la bachata. Las clases media y alta dominicanas han mantenido opiniones contradictorias y a veces conflictivas del campesino dominicano. En algunos casos, el campesino está presentado como la representación más pura de todo lo dominicano, sobre todo en comparación con el Otro haitiano o estadounidense.11 Desde este punto de vista, el campesino sirvió como la encarnación de una identidad criolla—la clasificación racial de indio que les permitía a los dominicanos desasociarse tanto de los haitianos y su dominio como de España y el breve regreso de la nación al dominio español (1861–1865).12 En la práctica, sin embargo, se llegó a tratar al campesino dominicano como un cateto atrasado y sin modales que no entendía ni contribuía al progreso nacional.

El influjo grande de migrantes pobres y rurales a Santo Domingo tras el ajusticiamiento de Trujillo trajo su gusto por la música romántica de guitarra. Con frecuencia, estos campesinos adaptaban los boleros latinoamericanos populares a su propio estilo interpretativo único. Estos músicos de la clase baja, en gran parte autodidactas y sin el apoyo financiero del merengue ya atrincherado, tenían un acceso limitado a las oportunidades de grabación y producción. Estos pioneros de la bachata cantaban a partir del sufrimiento, con sentimiento y en el habla local de los barrios marginados. Sus letras dibujaban con frecuencia las realidades de la vida del barrio, las cuales iban a un público de la ciudad y del campo. En un principio, no

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